También nos resulta fácil escuchar un color o ver un sonido. Es habitual en nosotros, los arquitectos, encontrarnos diciendo "esto me hace ruido" o "esta imagen pide a gritos" o "el silencio de esta obra", etc
También escuchamos el decir de los materiales. Estamos seguros de interpretarlos. No solo eso: mantenemos largos e interesantes diálogos en silencio con nuestra propia experiencia e intuición. Sabemos que cada proyecto tiene su música y que esta no sería tal sin sus espacios entre notas, es decir de sus silencios. "La arquitectura es música congelada" (A. Schopenhauer).
Los arquitectos tarde o temprano valoramos el silencio, diría... EL VACÍO. Aprendemos a preservarlo porque sabemos que (al igual que el lienzo en blanco para el pintor) duele, presiona, nos pone vulnerables, nos llena de dudas... Pero es la manera que surjan las pulsiones, las ideas. Lo valorable de este proceso (el de creación) no es lo que el vacío significa, sino lo que su no decir (ausencia) provoca.
Viene para largo...
Foto: Ana Paula Amado
La Plata, Argentina
marzo 2016
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